De: Gilberto Osviro Gomero Rodriguez <mantaro44@gmail.com>
Fecha: 24 de noviembre de 2013 20:46
Lima, noviembre de 2013
COMITÉ EJECUTIVO NACIONAL
Fecha: 24 de noviembre de 2013 20:46
LA VIOLENCIA A LA MUJER
DEJA PROFUNDAS HUELLAS QUE NO CICATRIZAN
¡¡¡ERRADIQUÉMOSLA!!!
La violencia es una de las más atroces manifestaciones de desigualdad y discriminación que enfrentan las mujeres en muchas partes del mundo. Profundizada, además, por la implementación del neoliberalismo que afecta directamente a las familias más necesitadas, en donde la lucha por la subsistencia y el no acceso a servicios básicos como la salud y educación, generan conflictos intrafamiliares.
La violencia deja profunda cicatrices en la vida de millones de mujeres que sienten en su piel el dolor por el maltrato físico, la violación sexual y la mutilación genital, que tiene en la desigualdad de género su causa principal. Es un mal agravado por costumbres y tradiciones que con dolor se debe afirmar, se ha convertido en algo normal e incluso llega a aceptarse o justificarse. Es uno de los males sociales más fuertes e importantes -que no puede dejarse de tomar en cuenta- para lograr el desarrollo de los derechos humanos y democráticos de las mayorías.
No es la historia de unas pocas mujeres en una cantidad insignificante de países. En el mundo una de cuatro mujeres ha sido violada en algún momento de su vida, entre una y tres de cada cuatro son maltratadas físicamente en sus hogares y unas 120 millones han padecido mutilaciones genitales, según información oficial de organismos internacionales.
Hasta un 70% de la población femenina sufre algún tipo de violencia en su vida y lo peor es que la sociedad se va acostumbrando a convivir con estos hechos e incluso con la muerte de las mujeres y también de las niñas que son violadas, agredidas, esclavizadas e incluso asesinadas.
Según las estadísticas, la violencia de género causa más muerte e incapacidad entre las mujeres de 16 a 44 años que el cáncer, la malaria, los accidentes de tránsito e incluso la guerra. Reconocida en 1992 como problema de salud pública, la coacción física y mental contra las mujeres entró en la clasificación de las enfermedades no porque lo fueran, sino porque los golpes y traumas derivados de golpizas e intimidaciones psicológicas, provocan padecimientos que requieren tratamiento especializado.
Este 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha establecida por la propia Asamblea General de las Naciones Unidas hace 14 años, recordando a las hermanas Mirabal, activistas políticas dominicanas asesinadas por órdenes del dictador Rafael Leonidas Trujillo.
Marchas de protesta, jornadas de sensibilización, campañas, entre otras, se organizan a propósito de esta fecha, pero a pesar de estos esfuerzos y de leyes promulgadas, la impunidad continúa por el temor de las agredidas a denunciar. Luchar contra esta vergonzosa forma de violación de los derechos humanos, debe constituirse en un tema de especial preocupación en los gobiernos, la comunidad institucional, las organizaciones políticas, sociales y de base.
El Movimiento de Afirmación Social – MAS, insta a toda la población para que de manera consciente y organizada, luchemos conjuntamente contra este flagelo social. Es una tarea y deber moral para quienes propugnamos una sociedad justa y solidaria.
DEJA PROFUNDAS HUELLAS QUE NO CICATRIZAN
¡¡¡ERRADIQUÉMOSLA!!!
La violencia es una de las más atroces manifestaciones de desigualdad y discriminación que enfrentan las mujeres en muchas partes del mundo. Profundizada, además, por la implementación del neoliberalismo que afecta directamente a las familias más necesitadas, en donde la lucha por la subsistencia y el no acceso a servicios básicos como la salud y educación, generan conflictos intrafamiliares.
La violencia deja profunda cicatrices en la vida de millones de mujeres que sienten en su piel el dolor por el maltrato físico, la violación sexual y la mutilación genital, que tiene en la desigualdad de género su causa principal. Es un mal agravado por costumbres y tradiciones que con dolor se debe afirmar, se ha convertido en algo normal e incluso llega a aceptarse o justificarse. Es uno de los males sociales más fuertes e importantes -que no puede dejarse de tomar en cuenta- para lograr el desarrollo de los derechos humanos y democráticos de las mayorías.
No es la historia de unas pocas mujeres en una cantidad insignificante de países. En el mundo una de cuatro mujeres ha sido violada en algún momento de su vida, entre una y tres de cada cuatro son maltratadas físicamente en sus hogares y unas 120 millones han padecido mutilaciones genitales, según información oficial de organismos internacionales.
Hasta un 70% de la población femenina sufre algún tipo de violencia en su vida y lo peor es que la sociedad se va acostumbrando a convivir con estos hechos e incluso con la muerte de las mujeres y también de las niñas que son violadas, agredidas, esclavizadas e incluso asesinadas.
Según las estadísticas, la violencia de género causa más muerte e incapacidad entre las mujeres de 16 a 44 años que el cáncer, la malaria, los accidentes de tránsito e incluso la guerra. Reconocida en 1992 como problema de salud pública, la coacción física y mental contra las mujeres entró en la clasificación de las enfermedades no porque lo fueran, sino porque los golpes y traumas derivados de golpizas e intimidaciones psicológicas, provocan padecimientos que requieren tratamiento especializado.
Este 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha establecida por la propia Asamblea General de las Naciones Unidas hace 14 años, recordando a las hermanas Mirabal, activistas políticas dominicanas asesinadas por órdenes del dictador Rafael Leonidas Trujillo.
Marchas de protesta, jornadas de sensibilización, campañas, entre otras, se organizan a propósito de esta fecha, pero a pesar de estos esfuerzos y de leyes promulgadas, la impunidad continúa por el temor de las agredidas a denunciar. Luchar contra esta vergonzosa forma de violación de los derechos humanos, debe constituirse en un tema de especial preocupación en los gobiernos, la comunidad institucional, las organizaciones políticas, sociales y de base.
El Movimiento de Afirmación Social – MAS, insta a toda la población para que de manera consciente y organizada, luchemos conjuntamente contra este flagelo social. Es una tarea y deber moral para quienes propugnamos una sociedad justa y solidaria.
Lima, noviembre de 2013
COMITÉ EJECUTIVO NACIONAL
0 comentarios:
Publicar un comentario