jueves, 7 de febrero de 2008


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viernes, 1 de febrero de 2008

16-02-08
A propósito de las “responsabilidades femeninas”

La sociedad en que vivimos, a pesar de los cambios –no sustanciales por cierto- que ha experimentado con respecto a la mujer en los últimos tiempos, permanece organizada para que el trabajo doméstico, la relación de pareja y la crianza de los niños, recaigan sobre “el ser humano femenino”.

A las mujeres se nos ha impuesto aprender la sumisión, más que la igualdad y la conciencia de ser, aprendimos la dependencia y la subvaloración, más que los derechos y la fuerza necesaria para obtenerlos, aprendimos el temor, el silencio, más que el amor por nosotras mismas y el respeto hacia nuestros cuerpos, aprendimos a amar a través del otro, a través de los servicios y sacrificios que en su nombre hacíamos y hacemos. En términos generales aprendimos a ser apéndices, dependientes y carentes de autovaloración. Todo esto por el ejercicio y delimitación de un amor que nos fue enseñado y que aún aprendemos, asimilamos y reproducimos.

A las mujeres dedicadas solamente a las tareas del hogar, les falta el contacto humano y la comunicación, los intereses comunes y la solidaridad que el centro de trabajo ofrece a su pareja. Ella participa de la sociedad sólo a través de sus familiares y vecinas, o, pasivamente, a través de los medios masivos de comunicación ( la radio, la TV, incluso el cine ) que le imponen la ideología de la clase dominante, y le ofrecen como modelo la imagen de una mujer que poco tiene que ver con ella.
Esos medios le enseñan a conformar­se con su plena dedicación a las tareas femeninas, le inculcan ideales de arreglo y de diversión que de por sí son discutibles por considerar a la mujer como mera consumidora y transformarla en mercancía, y, que a la vez, no están a su alcance. Su exclusión del proceso productivo visible y asalariado la coloca en dependencia económica absoluta de su esposo, y su falta de autoestima y su reclusión en el hogar, en dependencia afectiva de sus vecinas, y especialmente de su madre o suegra.
Necesidad de cambios
Debemos reconocer que existe una gran desigualdad dentro de la pareja y en las familias, donde la mujer –en la mayoría de los casos- es la subordinada y a la que le toca “el sacrificio, la entrega, hasta el olvidarse de sí misma”. Es justamente por eso que mientras no asumamos que tenemos que luchar por perfilar una nueva familia, tolerante, solidaria y democrática, en donde se compartan las responsabilidades de todo tipo, mientras sigamos con el temor de no ser “buenas madres, esposas e hijas”, nuestra situación general no variará.

En otras palabras, si continuamos siendo cómplices de este sistema de explotación y discriminación, salvaguardando sus falsos valores, reproduciendo conciente e inconscientemente el patriarcalismo, encasillando a hombres y mujeres en roles “naturales” y rígidos, nunca tendremos la oportunidad de cambiar la sociedad la sociedad a favor de los oprimidos y de las doblemente oprimidas que somos las mujeres.
Tania Chirinos

Neoliberalismo arremete brutalmente contra las mujeres del pueblo

El neoliberalismo como modelo de dominación tiene expresiones concretas y particulares en relación a las mujeres de nuestro pueblo. Señalaremos brevemente algunos rasgos socioeconómicos y político culturales.

En el aspecto socioeconómico
Feminización de la pobreza y la marginalidad, disminución acelerada del ingreso familiar, incremento de la participación de las mujeres en actividades económicas informales, aumento de desempleo en general y en particular para las mujeres, aumento de jefas de hogar, acceso diferenciado a puestos de trabajo y en consecuencia discriminación salarial y de beneficios, incremento de la inmigración femenina como empleadas del hogar con denigrante tratamiento (especialmente de zonas rurales) e incremento de la prostitución como salida desesperada al hambre y miseria.

Debemos resaltar que la feminización de la pobreza está muy ligada al problema social del aborto, que se expresa en tasas alarmantes de morbi mortalidad materna por complicaciones derivadas de abortos producidos en situaciones de precariedad. El aborto riesgoso muestra claramente el rostro de la mujer pobre, con falta de oportunidades y severas dificultades para lograr un desarrollo personal sin la existencia de un marco de justicia social. Si bien es cierto, este tema constituye un indicador clave para medir las dimensiones de la injusticia social, también nos muestra con suma crudeza las diferencias existentes entre las mujeres según su status o posición de clase.

En el ámbito político cultural
El entramado ideológico que soporta el predominio patriarcal en la sociedad que se arrastra a través de todos los regímenes económicos sociales clasistas, toman características particulares en la sociedad de mercado. Se generan nuevas formas de exclusión de la mujer del pueblo y las clases dominantes recurren a crear nuevos mecanismos para propiciar la presencia de mujeres en diferentes instancias y posiciones con el propósito de reforzar la apropiación de nuestra identidad como pueblo y como mujeres.

Aquí algunos rasgos: clientelización de la ciudadanía, que asigna la reducción o negación de los derechos políticos, económicos y sociales en soporte a las políticas privatizadoras y antinacionales; control sobre los cuerpos y vida de las mujeres vía imágenes de modelos negadores de nuestra identidad pluriétnica, pluriracial y pluricultural; exacerbación de la violencia contra la mujer (vía los medios de comunicación, contenidos de programas, propaganda, etc.); y, especial atención y rechazo merece la manipulación y constreñimiento de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres de nuestro pueblo.

Dentro de la lógica de la acumulación capitalista, el recurso humano mujer, es un bien a explotar. Por ello, las clases dominantes consideran su máximo aprovechamiento tanto de sus capacidades como de sus limitaciones, para favorecerse de ambas.

Las mujeres del pueblo
Las mujeres debemos partir de una correcta autovaloración y redoblar esfuerzos por superarnos como tales sobreponiéndonos a las limitaciones que la sociedad nos ha impuesto.

Debemos buscar también los mecanismos más adecuados para cualificar la labor de las mujeres en las organizaciones de masas, renunciando a actitudes complacientes frente a limitaciones individuales, familiares y/o sociales. Ello supone un trabajo en conjunto, a pesar que en las distintas organizaciones populares y de mujeres, no hay un entendimiento cabal acerca de la importancia de la incorporación de la mujer a la lucha social y política, no se promueve su integración consciente y organizada a las filas de las distintas organizaciones sociales, populares y políticas -de izquierda en particular-. Lo que sí ha logrado entender la derecha y sus agentes; por ello su interés en mantenerla como reserva estratégica contra las legítimas aspiraciones del pueblo.

A pesar de las grandes limitaciones existentes, hay un buen contingente de mujeres que se orientan hacia organizaciones de izquierda, que quieren organizarse y demuestran su voluntad por el trabajo político y organizado.

El desarrollo de una alternativa, implica la elaboración de una propuesta que no solo supere la barbarie capitalista sino también los defectos de lo que conocimos como “socialismo real”, así como nuestros erróneos métodos y estilos de trabajo (desde la izquierda).

Existe la imperiosa necesidad de reconocer realmente a las mujeres como sujetos sociales con identidad y particularidades propias, ello se hará proyectando con la práctica una verdadera y nueva ética y cultura política (tolerancia, democracia, retoma de valores, ligazón con masas, forja de liderazgos individuales y colectivos). Es decir, con nuevas formas de ser y hacer política realmente revolucionaria, aquella política que las mujeres reclamamos a la izquierda y al país.






Tania Chirinos
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El "olvido" de la mujer
Narciso Isa Conde(*)


El peso determinante sobre las mentes y los corazones de los hombres que han dominado las estructuras dirigentes y de base de las izquierdas y de los movimientos populares, y del predominio de la concepción patriarcal que ha dominado la historia de la humanidad hasta la fecha, le ha restado autenticidad emancipadora a las luchas que se han librado y ha contribuido a disminuir y a bloquear energías redentoras de las mujeres Y de los componentes femeninos de las diversas clases explotadas, excluidas o afectadas por el gran capital.
La izquierda, dolorosa e injustificadamente, ha sido machista.
Desde el "olvido" por Marx de la cuestión femenina hasta el desprecio de los varones revolucionarios por el significado desgarrador de la doble opresión de la mujer, pasando por una persistente doble moral frente al tema, la izquierda en gran medida salvo ciertas excepciones y no pocas proclamas formales y hasta hipócritas- ha despreciado el contenido de justicia que encierra, junto a la emancipación de las clases y sectores explotados, la liberación femenina.
Un enorme potencial liberador ha sido desatendido, menospreciado y no pocas veces golpeado y vejado.
La relegación de las demandas de género, la exclusión y discriminación en las instancias mixtas, la aplastante mayoría numérica masculina, la exclusión del lenguaje, el maltrato o la subestimación de las compañeras, el maltrato en el hogar, la constante reproducción de las ideas y prácticas patriarcales, ha copado las filas de las izquierdas y ha provocado costuras segregaciones de los movimientos femeninos y feministas que se han venido conformado y potenciando
Más allá de cierta legislación favorable y de ciertos discursos formales, la discriminación estuvo y está presente en procesos revolucionarios y en las llamadas "sociedades socialistas".
A duras penas, con muchos sacrificios v amarguras, los movimientos feministas logran perforar o debilitar limitadamente esa coraza machista que autoprotege una de las dominaciones más antiguas de la sociedad humana.
¿Cuántos "cuadros" valiosos le han restado esa actitud y esa concepción a nuestro movimiento? ¿Cuántos destacamentos combativos han sido bloqueados? ¿Cuántas potencialidades emancipadoras han sido despreciadas?
Las mujeres del mundo siguen cargando con el mayor peso de la opresión, reforzada en la vía neoliberal con mayores índices de pobreza, con más precarización del trabajo, y con más feminización de la fuerza de trabajo sin que hayan sido liberadas de doble jornada: una mal pagada (la remunerada) y otra sin sueldo (la doméstica).
Crece la paternidad irresponsable, crece el número de madres solteras.
Crecen, dentro de un sistema que convierte todo en mercancía la comercialización de su cuerpo y de su imagen y la desgarrador; humillación espiritual.
Es tiempo ya para un viraje serio, profundo, radical de las izquierdas a favor de una inseparable relación entre lucha de clases y emancipación del género femenino.

(*) Político y ensayista dominicano. Combatiente contra el tirano Trujillo y los invasores estadounidenses en 1965. Fue miembro del gobierno en armas que presidió el mártir dominicano Francisco Caamaño Deñó. Ha sufrido carcelazos, persecuciones y exilio por sus ideas. Es autor de unos 20 libros publicados y conferencista invitado en seminarios internaconales de carácter ideológico y político. Dirige y conduce el programa televisivo Tiro al Blanco, en Tele Radio América, en su país.
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