En memoria de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht
*Un daí como hoy mataron a la Rosa Roja: *
*....una vez hubo una revolución en Alemania...*
(David Arrabalí, Mundo Obrero/Rebelión / 15-01-2013)
*La Rosa* roja ahora también ha desaparecido.
Dónde se encuentra es desconocido.*
*Porque ella a los pobres la verdad ha dicho. Los ricos del mundo la han
extinguido.*
*Bertold Brecht*
*Cortaron una rosa roja, pero como por encanto, en los jardines del mundo,
en todos los continentes las rosas rojas florecieron por millones.*
Hace 94 años, la noche del 15 de enero de 1919, en Berlín, fue detenida
Rosa Luxemburgo: una mujer indefensa con cabellos grises, demacrada y
exhausta. Una mujer mayor, que aparentaba mucho más de los 48 años que
tenía.
Uno de los soldados que la rodeaban, le obligó a seguir a empujones, y la
multitud burlona y llena de odio que se agolpaba en el vestíbulo del Hotel
Eden le saludó con insultos. Ella alzó su frente ante la multitud y miró a
los soldados y a los huéspedes del hotel que se mofaban de ella con sus
ojos negros y orgullosos. Y aquellos hombres en sus uniformes desiguales,
soldados de la nueva unidad de las tropas de asalto, se sintieron ofendidos
por la mirada desdeñosa y casi compasiva de Rosa Luxemburgo, "la rosa
roja", "la judía".
Le insultaron: "Rosita, ahí viene la vieja puta". Ellos odiaban todo lo que
esta mujer había representado en Alemania durante dos décadas: la firme
creencia en la idea del socialismo, el feminismo, el antimilitarismo y la
oposición a la guerra, que ellos habían perdido en noviembre de 1918. En
los días previos los soldados habían aplastado el levantamiento de
trabajadores en Berlín. Ahora ellos eran los amos. Y Rosa les había
desafiado en su último artículo:
"¡El Orden reina en Berlín! ¡Estúpidos secuaces! Vuestro 'Orden' está
construido en arena. Mañana la revolución se "alzará ella misma con un
estruendo" y anunciará con una fanfarria, para vuestro terror: ¡Yo fui, yo
soy, yo seré!"
La empujaron y golpearon. Rosa se levantó. Para entonces casi habían
alcanzado la puerta trasera del hotel. Fuera esperaba un coche lleno de
soldados, quienes, según le habían comunicado, la conducirían a la prisión.
Pero uno de los soldados se fue hacia ella levantando su arma y le golpeó
en la cabeza con la culata. Ella cayó al suelo. El soldado le propinó un
segundo golpe en la sien. El hombre se llamaba Runge. El rostro de Rosa
Luxemburgo chorreaba sangre. Runge obedecía órdenes cuando golpeó a Rosa
Luxemburgo. Poco antes él había derribado a Karl Liebknecht con la culata
de su fusil. También a él le habían arrastrado por el vestíbulo del Hotel
Eden.
Los soldados levantaron el cuerpo de Rosa. La sangre brotaba de su boca y
nariz. La llevaron al vehículo. Sentaron a Rosa entre los dos soldados en
el asiento de atrás. Hacía poco que el coche había arrancado cuando le
dispararon un tiro a quemarropa. Se pudo escuchar en el hotel.
La noche del 15 de enero de 1919 los hombres del cuerpo de asalto
asesinaron a Rosa Luxemburgo. Arrojaron su cadáver desde un puente al
canal. Al día siguiente todo Berlín sabía ya que la mujer que en los
últimos veinte años había desafiado a todos los poderosos y que había
cautivado a los asistentes de innumerables asambleas, estaba muerta.
Mientras se buscaba su cadáver, un Bertold Brecht de 21 años escribía:
*La Rosa** roja ahora también ha desaparecido. Dónde se encuentra es
desconocido.*
*Porque ella a los pobres la verdad ha dicho. Los ricos del mundo la han
extinguido.*
Pocos meses después, el 31 de mayo, se encontró el cuerpo de una mujer
junto a una esclusa del canal. Se podía reconocer los guantes de Rosa
Luxemburgo, parte de su vestido, un pendiente de oro. Pero la cara era
irreconocible, ya que el cuerpo hacía tiempo que estaba podrido. Fue
identificada y se le enterró el 13 de junio.
En el año 1962, 43 años después de su muerte, el gobierno federal alemán
declaró que su asesinato había sido una "ejecución acorde con la ley
marcial". Hace sólo doce años que una investigación oficial concluyó que
las tropas de asalto, que habían recibido órdenes y dinero de los
gobernantes socialdemócratas, fueron los autores materiales de su muerte y
la de Karl Liebknecht.
Rosa Luxemburgo fue asesinada por las tropas de asalto al servicio de la
socialdemocracia. Junto a ella murió su camarada Karl Liebknecht. Había
nacido el 5 de marzo de 1871. Mucha gente sigue la tradición de la ex
Alemania oriental de asistir a la manifestación para recordarla, su respeto
lo demuestran depositando claveles rojos en el monumento dedicado a la
«Rosa Roja» y a los socialistas y comunistas que trabajaron por un mundo
mejor.
"Qué extraordinario es el tiempo que vivimos", escribía Rosa Luxemburgo en
1906. "Extraordinario tiempo que propone problemas enormes y espolea el
pensamiento, que suscita la crítica, la ironía y la profundidad, que
estimula las pasiones y, ante todo, un tiempo fructífero, preñado". Rosa
Luxemburgo vivió y murió en un tiempo de transición, como el nuestro, en el
que un mundo viejo se hundía y otro surgía de los escombros de la guerra.
Sus compañeros intentaron construir el socialismo, sus asesinos y enemigos
ayudaron a Adolf Hitler a subir al poder. Hoy, cuando el capitalismo
demuestra una vez más que la guerra no es un accidente, sino una parte
irrenunciable de su estrategia; cuando los partidos y organizaciones
"tradicionales" se ven en la obligación de cuestionar sus formas de actuar
ante el abandono de las masas; cuando la izquierda transformadora aboga
exclusivamente por el parlamentarismo como vía para el cambio social;
cuando nos encontramos ante una enorme crisis del modelo de democracia
representativa y los argumentos políticos se reducen al "voto útil", hoy,
decimos, Rosa Luxemburgo se convierte en referente indispensable en los
grandes debates de la izquierda. No es sino su voz la que se escucha bajo
el lema, aparentemente novedoso: "Otro mundo es posible". Ella lo formuló
con un poco más de urgencia: "Socialismo o barbarie". Su pensamiento, su
compromiso y su desbordante humanidad nos sirven de referencia en nuestra
lucha para que este nuevo siglo no sea también el de la barbarie".
MAPOCHO PRESS
Santiago - Chile
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